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El Perú en el Orden Internacional Post-Pandemia

Un repaso del papel del Perú en los órdenes internacionales a lo largo de los años y las posibilidades en el que viene tras la pandemia

Publicado: 2020-12-18


Un orden mundial (o internacional) es, en breve, la dinámica de las relaciones internacionales en un momento determinado de la historia. Puede ser definido como un conjunto de valores o principios que tienen (y que, generalmente, comparten) los Estados sobre el sistema internacional en el que se desenvuelven.

Un primer momento de "orden" en el sistema internacional se estableció en 1648 tras los acuerdos de Osnabrück y Münster, mejor conocidos en conjunto como la "Paz de Westfalia". Este orden westfaliano sería piedra angular de la futura interacción estatal basada en el respeto por las soberanías de los países sobre sus territorios. En este momento, el Perú, como República, aún no existía.

En 1821, el Orden Westfaliano se había diluido; no obstante, el mundo volvió a tener un nuevo orden hacía unos 6 años atrás de la proclamación de nuestra independencia. En 1815, se celebraría el Congreso de Viena que consagraría el "Concierto Europa", el orden internacional más largo hasta la fecha y que solo dejaría de funcionar casi cien años después, con el estallido de la Gran Guerra. Este nuevo orden empezó a privilegiar la diplomacia sobre la fuerza; y de hecho, se establecerían las categorías, el protocolo y el respeto a la investidura de los funcionarios diplomáticos. Asimismo, las potencias vieron que juntas podían lograr un equilibrio de poder, para lo cual (aunque no sin suspicacias de por medio) forjaron la Santa Alianza.

Entre 1821 y 1914, la política exterior del Perú se concentró en fomentar la unidad americana y el rechazo a la injerencia de potencias extranjeras sobre los asuntos de las nuevas repúblicas del continente (en una clara respuesta a las posibles pretensiones reivindicadoras de la Santa Alianza). Durante el siglo XIX, la tarea fundamental de nuestro país en el escenario internacional fue el de ser reconocido como un Estado libre, independiente y soberano. Y, en ese orden de ideas, lo fundamental era que todas las republicas nacientes se unieran para evitar posibles reivindicaciones de potencias europeas. Una muestra de ello fue el 2 de mayo del 66, donde valientemente las fuerzas militares de pueblos recién liberados lucharon hombro a hombro frente al intento de reivindicación española tras una provocadora aventura en las Islas Chincha.

A inicios del siglo XX, el Perú se declaró como neutral en la Primera Guerra Mundial, no obstante, llegaría a sufrir las consecuencias económicas de esta. La situación tampoco era particularmente favorable, las secuelas de la traumática guerra del 79 aún no habían sido reparadas. Durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio de siglo XX, el "quid" de nuestra política exterior fue el de consolidar los fines de nuestro suelo nacional. Así, cabe recordar que quien pretendiera darle un primer "rostro" al Perú fue Ramón Castilla, quien encargaría a Mariano Paz Soldán la elaboración de nuestro primer mapa nacional. De tal manera que, poco a poco, no exentos de conflictos armados, el Perú otorgó medular interés a la delimitación de nuestro territorio nacional; ello, sería más notorio aún durante los años del presidente Leguía, en el que se "cerrarían" las fronteras con Bolivia, Brasil y Colombia (*).

Luego de la Primera Guerra Mundial, entraríamos en un orden de transición que colapsaría con la segunda versión de este conflicto mundial. La finalización de la Segunda Guerra Mundial traería consigo, el apartamiento de Europa del epicentro de la política internacional y el nacimiento de un nuevo orden de competencia directa entre dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, es decir, la Guerra Fría. En el orden de transición (entreguerras; 1914 - 1939), apareció el primer intento serio de multilateralismo universal para las relaciones pacíficas interestatales que fuera la infructuosa Liga de las Naciones. En los albores de la Guerra Fría, nació su exitosa sucesora: las Naciones Unidas, un proyecto que sería la esencia del orden multilateral que prima en nuestros días. Por otro lado, de 1945 a 1989, la cooperación internacional aparecía con un discurso altruista, pero con intereses subyacentes que lindaban con intereses de alineamiento con alguna de las dos superpotencias. Y es que para dicho momento, parecían haber solo dos opciones frente al orden internacional imperante: o alinearse con los Estados Unidos o ser parte de la órbita soviética.

Durante este tiempo, el Perú también intentó mantenerse al margen de la Segunda Guerra Mundial. En aquellos tiempos, también tuvimos que atravesar un nuevo conflicto armado en pos de la defensa de nuestras fronteras en el norte. Lo cual fue un disgusto para la superpotencia de nuestro continente y su aun entonces arraigada visión desde el corolario Roosevelt (America for americans).

En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, nuestra política exterior apostó también por el multilateralismo como la mejor vía para evitar futuras colisiones de escala mundial, como las que habían sucedido hasta ese momento. Así, le declararíamos la guerra a la Alemania nazi para poder satisfacer uno de los requisitos que nos convertiría en miembros fundadores de las Naciones Unidas.

A principios del nuevo orden bipolar, tensas situaciones políticas a nivel nacional, tras la abrupta salida del presidente Bustamante, la llegada de Odría al poder y las sucesiones presidenciales posteriores con las que aun no se podía vislumbrar el papel de nuestro país en ese nuevo escenario internacional. Recién sería en el denominado "Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas" que el Perú tomaría una posición y encontraría una solución al dilema del alineamiento. Velasco y Mercado Jarrín apostarían por "la tercera vía", el "no alineamiento", movimiento en el cual tendríamos una voz importante y lograríamos resistir con éxito a presiones externas, las de Estados Unidos incluidas. Adoptamos una política exterior pragmática que nos permitió obtener una mayor autonomía frente al orden internacional vigente y sería también el momento propicio para la aparición de algunos de los más destacados diplomáticos de nuestra República.

Los años fueron avanzando y con ellos la aventura que iniciara Lenin en 1917 vería su fin tras el simbólico derrumbamiento del muro de Berlín en 1989 que sería el primer paso del ineludible fracaso del comunismo soviético. En esta última etapa del orden bipolar, el Perú se encontraba en un momento de enorme crisis. El presidente de aquel entonces (1985 - 1990), García Pérez, adoptó una retórica desafiante contra los acreedores externos, pero carente de los instrumentos suficientes para que su discurso tenga éxito y encuentre apoyo de otros países. El resultado fue la declaración de nuestro país como inelegible para futuros empréstitos y la debacle económica. Nuestra acción exterior se vio en extremo limitada y el papel del Perú en esa última etapa de la Guerra Fría, fue más bien de supervivencia.

Tras la disolución de la Unión Soviética y por ende el final del orden bipolar, Estados Unidos se posicionó como el hegemón indiscutible. Asimismo, la potencia norteamericana tuvo un papel crucial en la formación de un nuevo mundo globalizado, más interconectado y con más comercio. La denominada "Pax Americana" no sería eterna, puesto que vería la emergencia nuevos actores que difuminarían el poder en el sistema internacional; me refiero a actores como la Unión Europea, Japón y, por supuesto, China.

En estos años, que constituirían la década de los 90 y la primera década de los 2000, el Perú asumiría los nuevos cambios del orden internacional con una óptica esperanzadora para la recuperación y el crecimiento de nuestra economía nacional. No fuimos ajenos a la globalización y se lograron importantes acuerdos comerciales que nos darían ventajas frente a otros países en la región. El Perú empezó a insertarse de manera exitosa en la dinámica económica internacional y no fue ajeno a nuevas iniciativas prometedoras como la APEC o la Alianza del Pacífico. En el plano político, se entendió que la integración regional era importante, los bloques parecían ser más efectivos y atractivos en las negociaciones que cada país por su cuenta, sin embargo, los intentos de integración en la región, pese a haber tenido ciertos logros, no han llegado a cuajar y la vía bilateral parece seguir siendo la preferida por los Estados latinoamericanos. El Perú, siempre ha apostado por iniciativas regionales, pero nunca descuidó las negociaciones por nuestra cuenta.

Este rol del Perú, más integrado al comercio internacional, se mantiene vigente hasta nuestros días; sin embargo, la pandemia de la COVID-19 alteró también las relaciones internacionales. Los Estados se han mostrado menos cooperativos, incluso las dos potencias mundiales más importantes de la actualidad se han mostrado poco colaborativas entre sí en los últimos años. Esto, entre muchas otras cosas más, ha empujado a algunos académicos a mencionar una "crisis del multilateralismo" en la actualidad y que la pandemia solo ha acelerado las preexistentes tendencias proteccionistas. Se ha hecho evidente, también, la importancia de los actores privados, los Estados ya no solo han negociado entre sí, sino con farmacéuticas que puedan proveerle de ese bien al que la comunidad internacional aún se resiste a declararlo como un bien público global: la vacuna (o las vacunas) contra el SARS-CoV-2. Asimismo, las medidas restrictivas de muchos países, incluidas el nuestro, ha afectado la economía.

Entonces, al parecer nos encontramos en un orden internacional muy competitivo, pero del cual, personalmente, no podría afirmar categóricamente que sería el inicio del fin del orden liberal que apuesta por la globalización, la cooperación y el multilateralismo. Han habido esfuerzos como el de la iniciativa "Covax Facility" para una distribución más justa de la vacuna. Por otro lado, líderes mundiales como Xi Jinping han reiterado que seguirán apostando por la cooperación entre Estados para afrontar los efectos económicos adversos de la post pandemia. La Unión Europea ha elaborado su propio plan para ayudar a los países más afectados. Lo cual nos indicaría que el orden liberal continuaría en los próximos años.

Es en ese contexto, que el Perú se presenta ante un nuevo orden internacional al cual llegamos lastimados por los efectos de la pandemia y de la crisis política que atravesamos hace unas semanas. Será difícil encontrar un rumbo claro hasta consolidar una nueva administración no interina, pero desde ya se presentan varias opciones desde posibles ofertas de alineamientos, pasando por pragmatismo, un nuevo empuje de la integración regional para enfrentar los nuevos desafíos en conjunto con nuestros vecinos o, incluso, el impulso a forjar relaciones fortalecidas con actores privados relacionados al campo de la sanidad o tecnología en general.

El papel del Perú en el orden post pandemia, será nuevamente uno que busca recuperarse de los estragos que causara una crisis, en este caso una emergencia sanitaria. Esta recuperación, siendo optimistas, puede que suceda más pronto, que tarde, pero de lograrse, podría ser aprovechada para la diversificación de nuestra economía no solo a través de la diversificación de acuerdos comerciales, sino también de nuestra propia industria nacional a partir de la colaboración con otros Estados o con actores internacionales privados extranjeros.

(*) Como nota adicional, ya todas nuestras fronteras, terrestres y marítimas, con todos nuestros países vecinos ya han sido consolidadas. Siendo la última, nuestra frontera marítima con Chile que fue resuelta en la Corte Internacional de Justicia en el año 2014.

(**) Este artículo de opinión, solo ha considerado el papel del Perú en el plano global. El rol del Perú en el plano regional, es incluso más interesante, pero no ha sido abordado de manera profunda en esta publicación.

(***) Este artículo de opinión, solo muestra un panorama general y pretende invitar al lector a profundizar en la política exterior del Perú a lo largo de estos años.


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